Tensiones, preocupaciones, sobrecarga laboral o falta de trabajo, conflictos familiares… Una vida llena de agentes estresantes nos puede conducir a la ansiedad. ¿Sabías que la meditación es una gran aliada para controlarla? Dedicarle apenas unos minutos a esta actividad puede marcar la diferencia para encontrar la paz interior y recuperar la calma.
Para meditar no hace falta disponer de una indumentaria especial, equipamiento o condiciones específicas. De hecho, una vez que se cuenta con más experiencia en la práctica, es posible realizarla en cualquier lugar, ya sea mientras se está caminando, mientras estamos en sala de espera de una consulta médica o en el trayecto del autobús.
Aunque en sus orígenes, hace miles de años, la meditación tenía un enfoque místico para comprender los secretos de lo sagrado, su uso hoy es bien distinto. Principalmente se utiliza en diversas técnicas de relajación, para ayudar a combatir el insomnio y como herramienta en casos de estrés y ansiedad. Se considera como un tipo de medicina complementaria para la mente y el cuerpo.
Beneficios de la meditación
El estado meditativo conduce a un relajamiento profundo que culmina con una sensación de bienestar y tranquilidad mental. Al meditar se trabaja la eliminación de pensamientos recurrentes, confusos y negativos. Para ello, hace falta concentrarse en la respiración y traer a la mente sensaciones relacionadas con la calma.
De esta forma, se consigue liberar el exceso de información que se recibe a diario y que, poco a poco, se va acumulando hasta provocar las primeras situaciones de ansiedad que más tarde pueden derivar en problemas de salud de mayor gravedad.
Al meditar es posible conseguir los beneficios que se relacionan a continuación
- Adquirir una nueva perspectiva de las situaciones que nos afectan.
- Contar con habilidades para manejar las situaciones estresantes.
- Aumentar la autoconciencia.
- Minimizar las emociones negativas.
- Potenciar la creatividad.
- Generar más paciencia y tolerancia.
- Bajar la frecuencia cardiaca.
- Disminuir la presión arterial en reposo.
- Mejorar la calidad del sueño.
Además, es especialmente útil cuando se padecen ciertas patologías médicas que empeoran con el estrés. De algunas investigaciones se desprende que, además de ayudar a controlar los síntomas de la ansiedad, también es aconsejable practicar la meditación en pacientes con estas enfermedades: asma, cáncer, dolor crónico, depresión, enfermedad cardiaca, hipertensión arterial, síndrome de colon irritable, problemas de sueño y cefaleas tensionales.
La meditación se considera como un tipo de medicina complementaria para tratar la ansiedad y el insomnio
Tipos de meditación
- Guiada. Un guía o maestro te conduce a visualizar lugares o situaciones relajantes. Se trata de emplear tantos sentidos como sea posible para evocar olores, imágenes, sonidos y texturas.
- Con mantra. Se repite en silencio una palabra (o varias), pensamiento o frase para evitar las ideas negativas o distractoras.
- Atención plena. Basada en tener una mayor conciencia o aceptación del momento presente. Se amplía la percepción consciente para concentrarse en lo que se siente durante la meditación, como puede ser el flujo de la respiración. Se observan los pensamientos y emociones, pero dejándolos pasar, sin juzgarlos.
- Qi gong. Forma parte de la medicina tradicional china y consiste en combinar la meditación, la relajación y el movimiento físico junto a ejercicios de respiración para restaurar y mantener el equilibrio.
- Taichí. Es un arte marcial suave que, a veces, se describe como meditación en movimiento porque induce a la serenidad a través de delicados movimientos que se realizan lentamente mientras se practica una respiración profunda.
- Trascendental. Se trata de una técnica, simple y natural, para repetir un mantra, que puede ser un sonido o una frase, de una manera específica. Con ello, el cuerpo logra entrar en un estado de descanso profundo que permite a la mente lograr la paz interior sin mayor esfuerzo.
- Yoga. A partir de una serie de posturas que exigen equilibrio y concentración, además de ejercicios de respiración controlada, se potencia la flexibilidad del cuerpo y la calma mental.
Con todo, siempre es recomendable hablar con el profesional de salud correspondiente para hacerle saber que se ha decidido llevar a cabo una práctica de meditación, ya que, si bien para la mayoría de las puede ser muy beneficioso, en algunos casos raros de determinadas enfermedades mentales podría ser contraproducente.
En este sentido, cabe resaltar que la meditación no debe reemplazar a los procedimientos médicos convencionales, aunque sí se contempla como coadyuvante de los tratamientos prescritos (medicamento) por el especialista médico.
¿Qué se necesita para meditar?
● Concentrar la atención. Este es el principal y más importante elemento que se requiere. Ayuda a liberar la mente de las distracciones y preocupaciones cotidianas.
● Respiración relajada. Usando los músculos del diafragma y los intercostales se puede expandir los pulmones y alcanzar una inspiración y espiración sostenida, que se conviertan en una respiración profunda y uniforme. Al hacer la respiración más pausada se recibe más oxígeno.
● Un espacio tranquilo. Para los principiantes es necesario evitar distracciones como ruidos, televisión o teléfono celular. Cuando se tiene experiencia sí es posible meditar en cualquier lugar, especialmente en aquellos más estresantes, precisamente para tener un manejo adecuado de la situación.
● Posición cómoda. Se puede practicar sentado, acostado o caminando, pero siempre con comodidad y manteniendo una buena postura.
● Actitud abierta. Permitir que los pensamientos pasen por la mente sin juzgarlos, retenerlos ni analizarlos.
¿El mindfulness también es meditar?
El término es una traducción de la palabra “sati”, que procede del pali, un idioma que se hablaba en la época en la que Buda comenzó con sus enseñanzas. En la actualidad el mindfulness se conoce como atención plena, plena conciencia, presencia mental o conciencia abierta, entre otras definiciones.
Durante los últimos 30 años se ha integrado su práctica en la medicina y psicología occidental. Científicamente está reconocida como una manera efectiva de evitar el estrés, aumentar la autoconciencia y mejorar el bienestar en general.
En definitiva, sí, es una técnica para meditar observando la realidad en el presente, para estar aquí y ahora, sin juzgar y con plena aceptación.